Todo tiene un final

Anoche, cuando cada cuál con su cada dónde miraba la tele, su novela, su película o simplemente, a algún conductor de teve a los gritos entre cuerpos al aire y risas histéricas, apareció la bandera argentina, para sorpresa de muchos y resignación de algunos.

Traté de hacer memoria. ¿Qué día es hoy? ¿Qué día es mañana? Me pareció raro, 22.30hs era una hora que para temprano era tarde y para tarde era temprano; hasta que recordé haber leído en los diarios y agencia de noticias que la señora presidenta estaría en Tecnópolis, cenando con empresarios y festejando el Día de la Industria.

Primera sorpresa de la noche: O las cámara de TV estaban mal ubicadas o los señores ministros, secretarios, funcionarios y /o empresarios todos apretujados y amontonados en diferentes mesas, no se podían lucir como cuando las transmisiones se realizan en distintos salones de la Casa de Gobierno.

Segunda sorpresa: Entre el video que mostraba la historia de la industria en nuestro bendito país y al tiempo que nos tiene acostumbrados últimamente la presidenta con sus discursos, largos, por momentos distendidos, por momentos demasiados duros, por momentos interesantes, el trámite, sospeché, venía para largo y tendido.

Tercera sorpresa: Con su presencia de “Reina” absoluta, me sorprendo, no por sus innumerables datos y su inconmensurable seguridad, sino porque la veo por primera vez en casi dos años con los brillos que supo usar en otros tiempos.
Vestida de negro, sí, pero eso brillos como de lentejuela anunciaron algo.
Anunciaron el fin de un luto largo, respetuoso, conservador y ortodoxo.
En un mes y medio se cumplen dos años de la muerte del ex presidente Néstor Kirchner.

El brillo que lució anoche la presidenta marca el fin de una etapa.
¿Cómo se sentirá sin el luto que la protegió en casi la etapa más dura de su vida?
Es toda una decisión. Cómo todas decisiones que ha tomado en el transcurso de su vida.

Publicado por Marcela Milone/setiembre 2012

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