Y si reía él le daba la luna...
Ramiro tiene 16 años, la juventud
en la piel y el brillo en los ojos cuando cuenta lo que le preocupa por éstos
días, lograr el 10 que le hace falta en geografía para no llevarse ninguna
materia y así poder empezar las vacaciones tranquilo en apenas unas semanas.
Le pregunto si sale mucho a
bailar, me dice que últimamente sí porque tiene muchas fiestas de egresados o
fiestas privadas como la llaman ahora, y que las previas se ponen un poco
densas pero que él no mezcla bebidas porque no le gusta, pero que la pasan
bárbaro y que las chicas toman casi más que ellos.
Entre la preocupación de cómo
vuelven a sus casas, si en remisse o en el auto de algún padre que los pase a
buscar, y la autoestima por las nubes porque ya se creen dueños de la calle y
de sus vidas, pasan los días un grupo de adolescentes de 16 años de clase media
y algún privilegio que les dio la vida: padres con trabajo, ellos con estudios.
En las antípodas de ésta
radiografía de “los 16”
están los adolescentes sin rumbos, intentando algún manotazo de la vida que los
ayude a “rescatarse”, intentando recibir algún subsidio o algún milagro del
Señor. Es difícil el día a día de ellos: entre entradas y salidas a comisarías,
hambre acumulado y “el paco” que no los suelta, casi todo está dicho, una vida
sin vida y sin sorpresas.
Sobre éstos chicos, sobre los 16
años, sobre el despertar y el descubrimiento de algunas cosas hasta ahora
dormidas en sus cabecitas de niños, se debatió y se aprobó en el Congreso de la Nación una ley dónde les
permite votar en las próximas elecciones del año que viene.
¿Les interesa? ¿Los encuestaron?
¿Saben lo que piensan y por dónde van sus sueños? No creo, todo indica que la
intención política pasa por otro lado. Pasa por sumar(aunque no sea un voto
obligatorio) en las urnas y demostrar que el gobierno lo que se propone lo
logra.
En la provincia de Córdoba ya se
vota a los 16 años y su gobernador Juan Manuel De la Sota fue contundente: “Ha
sido un fracaso”.
¿Chicana política o realidad?
Lo sabremos en las elecciones
legislativas del 2013.
Mientras tanto, por suerte,
ellos, los adolescentes de 16 años, quieren cambiar el mundo, quieren gustar y
ser gustados, quieren tener una novia que los acaricie y quieren escuchar
porqué no, todavía un reto de los padres que orgullosos y preocupados a la vez,
intentan acompañarlos en éste complicado pero inolvidable tramo de la vida.
Publicado por Marcela
Milone/noviembre 2012